Kirk Gibson contribuyó a lo que ya había sido una temporada memorable para los Dodgers de Los Ángeles al conectar un jonrón decisivo contra el cerrador de los Atléticos de Oakland, Dennis Eckersley, en el Juego 1 de la Serie Mundial de 1988.
Los Dodgers llegaron a la Serie Mundial ganando en siete partidos la Serie de Campeonato de la Liga Nacional a los Mets, con un alto costo ya que Gibson tuvo que luchar contra fuertes lesiones de rodilla. Así, no estuvo en el line-up para el Juego 1 del Clásico de Otoño.
Pero con los Dodgers perdiendo en la novena entrada y ya con dos outs, Gibson le transmitió un mensaje al entonces manager Tommy Lasorda diciéndole que estaba disponible para batear como emergente. Así que Gibson salió cojeando del dugout para una de las apariciones al plato más dramáticas en la historia de la MLB. Gibson estaba claramente adolorido en la caja de bateo.
De pronto y para sorpresa de todos, Gibson conectó un jonrón de dos carreras que dejó al Dodger Stadium en un frenesí y a los Atléticos tendidos en el terreno de juego. Una auténtica locura.
Los Dodgers aprovecharon esa victoria de 5-4 para tomar impuso a ganar el título en sólo cinco juegos, por cierto, ese fue el único turno al bat de Gibson en toda la Serie.