Después de las declaraciones de Linda Valenzuela, esposa del legendario expitcher de los Dodgers y copropietaria de los Tigres de Quintana Roo, podríamos suponer que el final de la era de los Valenzuela como directivos en la LMB, está cercano.
De todo lo que le dijo a la prensa, extraemos tres puntos esenciales que podrían dificultar su continuidad como propietarios del club felino.
El primero y más importante es el tema económico. Está claro, de acuerdo a sus comentarios, que no cuentan con el respaldo económico que tienen la mayoría de los equipos del circuito para enfrentar el actual nivel de competencia, no sólo en el terreno de juego, sino también en asuntos estructurales. Probablemente han perdido apoyos gubernamentales, o sus socios han dejado de aportar.
Por otra parte, es muy posible que se hayan ganado el repudio de los demás dueños de equipo de la LMB debido a las críticas directas en el sentido de que su obsesión por ganar es como una enfermedad y no les importa gastar en exceso, además de acusar que no respetan los acuerdos de tope salarial.
El tercer punto es su abierto desacuerdo con la cifra de extranjeros permitidos, un tema que no va a cambiar en el corto plazo y con el que ellos no concuerdan. Lo que es irónico es que cuando compraron el club a Carlos Peralta, éste manifestó su separación del beisbol precisamente por no estar de acuerdo con el exceso de extranjeros.
Si a todo esto le sumamos la cada vez más fuerte y numerosa inconformidad con su administración de aficionados del equipo y la cual constatamos el fin de semana pasado con varias pancartas en las tribunas del Estadio AHH pidiéndoles que se vayan, la permanencia de la familia Valenzuela al frente de los Tigres luce aún más complicada.