
De los aguerridos y fabulosos Tigres que fundo el Ing. Alejo Peralta en 1955 ya solamente queda el nombre.
Cuando en 1997 falleció Alejo Peralta, los Tigres comenzaron a dejar de ser lo que fueron. En ese entonces, tal vez no de manera muy notoria, pero al ejercer el control total su hijo Carlos quien claramente no tenía ni cerca, la pasión y el amor de su padre por el equipo y por el beisbol, ya se comenzaba a sentir un vacío. Tres años después con el traslado de al Foro Sol, aumentaron un poco más, las sensaciones de cambio.
Los Tigres tuvieron que emigrar a Puebla en el 2002 después de serios desacuerdos con la empresa OCESA que administraba el Foro Sol. En Puebla, daba la impresión de jugar ahí de “arrimados” de los Pericos, el equipo tradicional de la ciudad. Así el orgullo de la institución felina era dañado una vez más, hasta que en 2007 se tomó la decisión de salir de ahí.
Entonces se fueron a Cancún, todavía bajo la propiedad de Peralta, pero perdiendo un poco de independencia en las decisiones, porque de una u otra manera ya se tenían que compartir las mismas, con el Gobierno de Quintana Roo. La distancia, de más de 1500 kilómetros, con respecto a la Ciudad de México, comenzó a provocar que la rivalidad con los Diablos, tendiera cada vez más, a perder relevancia.
Y así, cada vez más distantes, llegó en 2017 el momento en que finalmente Carlos Peralta se decidió a vender al equipo. Al principio se había planteado que no se permitiría que los nuevos dueños utilizarán el nombre Tigres, pero finalmente, como parte de la negociación, el nombre permaneció.
Ahí se perdió por completo, lo poco que quedaba del histórico, aguerrido y fabuloso equipo que construyó Alejo Peralta. Desde 2018, este equipo no tiene nada que ver con sus raíces, y pretender colgarse de su historia no beneficia a nadie. Por un lado, atenta contra la memoria de lo que fue alguna vez y lo denigra, pero al mismo tiempo tampoco le permite a esta nueva directiva comenzar a edificar una historia e identidad propia.
Sí desean construir su propia identidad, un buen inicio sería cambiar el nombre.