
El miércoles en Tijuana, en el segundo juego de la serie entre los Charros de Jalisco y los Toros, el mánager de los visitantes fue expulsado en la octava entrada después de un airado reclamo al umpire principal, aparentemente como consecuencia de los ponches consecutivos que recibieron su hijo Mateo Gil y Michael Wielansky.
En redes sociales, y también en el prestigiado medio jalisciense El Informador, por medio del reportero Freddy Ramírez, se mencionó que fueron estos ponches la razón del enfado de Gil.
El jueves por la tarde la LMB informó en un comunicado de prensa que al mánager de los Charros se le sancionaba con dos juegos por su conducta antideportiva. Y aunque dos juegos son muy pocos, esta situación podría leerse como incómoda para la liga, ya que, como se sabe, Benjamín Gil es el mánager consentido de los dirigentes de la LMB. En febrero fue invitado distinguido en la fiesta de los 100 años de la liga y también se le ratificó como mánager de la Selección, hace tres semanas en una conferencia de prensa en la oficina del circuito. En ambas ocasiones el presidente de la LMB lo llenó de elogios y de efusivos abrazos.
Curiosamente, la última expulsión de Gil, el pasado 26 de enero de 2025, también tuvo como origen de la discusión un ponche para su hijo Mateo. En la primera entrada del quinto juego de la final de la Liga Mexicana del Pacífico, Benjamín Gil, manager de los Charros, fue expulsado tras reclamar un ponche a su hijo Mateo Gil. Mateo estaba batallando en esa serie, con un promedio de .021 en 17 turnos.